lunes, 10 de octubre de 2011

T3: El lenguaje plástico como elemento de comunicación.

DE LO ESPIRITUAL AL ARTE.

Al comenzar el libro Kandinsky ya sentencia: “Cualquier creación artística es hija de su tiempo y, la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos”. De esta forma intenta explicar que cada momento histórico desarrolla una forma de expresión artística que no puede ser repetida, pues sería una imitación carente de sentimiento.


Para Kandinsky el arte nace de una necesidad que el artista tiene dentro de sí mismo, y del intento de este de expresarse. Una vez creada la obra, Kandinsky considera que capta el instante y lo que en un futuro le puede transmitir al espectador. Sino es así, no hay futuro para esa obra.








Divide el libro en 7 capítulos:

Capítulo I. EL MOVIMIENTO.

Representada en un gráfico, la vida espiritual sería como un triángulo agudo dividido en tres partes desiguales. La menor y más aguda de ellas señala hacia arriba; a medida que se desciende, cada parte va agrandándose y ensanchándose.

Capítulo II. EL CAMBIO DE RUMBO ESPIRITUAL.

Todo lo que sea profundizar en los tesoros escondidos de un arte, es una valiosa colaboración en la construcción de la pirámide espiritual que un día llegará hasta el cielo.

Capítulo III. LA PIRÁMIDE.

El artista no tiene por fin la reproducción de la naturaleza, aunque ésta sea artística, sino la manifestación de su mundo interior, y es por ello, que hoy siente envidia al comprobar como este objetivo se logra, naturalmente y sin escollos, en la música, que es el arte más abstracto. Es comprensible entonces que se incline hacia ella para buscar modos expresivos similares en su propio arte.

Capítulo IV. LOS EFECTOS DEL COLOR.

Si miramos una paleta repleta de colores, pueden producirse dos efectos:

1- Un efecto físico exclusivamente.


2- El efecto psicológico provocado por el color.

 El artista es la mano que produce vibraciones adecuadas en el alma humana, mediante una y otra tecla. La armonía de los colores debe estar fundada específicamente en una ley de contacto propicio con el alma humana, esto es, lo que llamamos ley de necesidad interior.

Capítulo V. EL LENGUAJE DE LAS FORMAS Y LOS COLORES.








“El sonido musical ingresa por vía directa al espíritu. Rápidamente encuentra en él una resonancia porque el hombre contiene la música en sí mismo” (Goethe).
“Todos saben que el amarillo, el naranja y el rojo, suscitan ideas de felicidad y de riqueza”(Delacroix) .

Estas dos citas demuestran la fuerte ligazón que existe entre las arte, particularmente la pintura y la música.

La variedad de la forma nunca rebasará dos límites externos. Es decir:
1- La forma tiene por fin que recortar sobre un plano, por delimitación, un objeto material; esto es, delinear sus contornos sobre una superficie, o
2- La forma es abstracta, o sea, no dibuja un objeto real sino que constituye un ente completamente abstracto. Estos entes abstractos que poseen vida, fuerza e influencia propia como tales, son el cuadrado, el círculo, el triángulo, el rombo, el trapecio y otros cientos de formas, más complejas cada vez, que ya no tienen una nomenclatura matemática. Todas ellas son ciudadanas en el reino de lo abstracto.

La composición pictórica pura se encuentra con dos problemas relativos a la forma:

1-La composición general del cuadro.
2-La creación de formas variadas que se relacionan entre sí en distintas combinaciones, subordinándose a la composición general.

Los elementos personales y temporales son subjetivos. Todos los tiempos han querido expresar y representar su existencia en forma artística. El artista también quiere expresarse y utiliza para ello formas que le sean análogas espiritualmente. Los aspectos fundamentales que atraen nuestra atención son dos:
El calor o el frío del color y la luminosidad u oscuridad del color.

De esta manera, cada color tiene cuatro tonos clave: caliente claro, caliente oscuro, frío claro y frío oscuro.

Capítulo VI. TEORÍA.

Considera que es necesario que el pintor cultive no sólo su sentido visual sino también su alma, para que ésta aprenda a calibrar el color por sí misma y no actúe sólo como receptora de impresiones externas, sino como fuerza determinante en el nacimiento de sus obras. Por otro lado la belleza de color y forma no es un objetivo suficiente para el arte.

La libertad puede llegar hasta donde alcance la intuición del artista. Desde este punto de vista se comprende cuán necesario es el desarrollo y el cuidado de esa intuición.

Concluye este el elemento objetivo permitirá que la obra de hoy diga en el futuro yo soy, en lugar de yo fui.

Capítulo VII. LA OBRA DE ARTE Y EL ARTISTA.
Por un lado la obra no es buena por la exactitud de sus valores, o porque esté casi científicamente dividido entre frío y calor, sino porque posee una vida interior completa, y el artista, por lo tanto, ha de tener algo que decir, pues su deber no es dominar la forma, sino adecuarla a su contenido. Se le dota al artista de un privilegio que conlleva una responsabilidad.

Conclusión:


El discurso del libro está enfocado en todo momento en potenciar las herramientas para captar lo espiritual en los objetos y creaciones. Que toda obra tenga un sentimiento y un carácter personal, que se quiera transmitir algo que perdurará en el tiempo.





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